El declive del imperio americano (Denys Arcand, 1986)
Por el largometraje deambulan hombres y mujeres que viven situaciones desparejas. Es evidente que el film tiene mucho de retrato generacional —si bien su tesis podría ser perfectamente atemporal— y que el masculino es el flanco sobre el que el director descarga la mayor parte de su artillería crítica: ese gran macho americano —entiéndase: occidental— seguro de sí mismo y de sus capacidades intelectuales que no tiene ningún reparo en hacer compatible el compromiso matrimonial con el excursionismo sexual periódico. Las mujeres de la película, en cambio, se esfuerzan por desembarazarse de la ruta marcada y buscan su propio itinerario emocional. Un camino personal en el que la satisfacción del deseo ocupa un lugar cada vez más importante. Con este precedente de «Las invasiones bárbaras», el director construyó todo un clásico del cine independiente que resiste excelentemente el paso del tiempo.
Creado en el siglo XIX, el teléfono empezó como un dispositivo de telecomunicación diseñado para transmitir conversaciones por medio de señales eléctricas. Pero el paso del tiempo y los avances tecnológicos han permitido que el uso de ese «teléfono» —convertido ahora en «móvil»— haya ido evolucionando hasta nuestros días. Los teóricos al uso dicen que la tecnología no es más que la prolongación por otros medios de nuestras propias capacidades físicas. Convendría añadir que la tecnología también amplifica nuestros desórdenes psíquicos y amplía su radio de acción social. Y entre esas alteraciones psicotrópicas, sin duda destaca el amor.
El homenaje a Mila Lambert es el segundo que el MuVIM realiza este año. El propósito general es reconocer la labor de las mujeres luchadoras, independientes y comprometidas con la vida y el arte. Desde 1950 a nuestros días, Mila Lambert ha desarrollado su trayectoria profesional como pintora y también como ilustradora y editora de libros infantiles y otros materiales didácticos. Además, a partir de la década de 1970, se convirtió en la depositaria del legado artístico de su padre, el grabador André Lambert Jordan, y de su abuelo, el arquitecto André-Louis Lambert Perret, preservándolo y procurando darles a sus mayores el merecido reconocimiento a su labor. En esta historia de arte y lazos familiares, la localidad de Xàbia (Alicante) se encuentra íntimamente ligada a las tres generaciones de los Lambert.
Esta película se enmarca dentro del ciclo «Cómic y cine. Del tebeo a la pantalla», en el que se proyectan películas de los personajes más clásicos de la historieta norteamericana que nacieron entre 1900 y 1950, período comprendido en la exposición temporal que les sirve de referencia —«La eclosión de los clásicos»—. Quizás la película de 1942 sea una de las producciones de Tarzán más recordadas de todas las estrenadas hasta la fecha. Fue la última producción de la Metro sobre el personaje cimarrón y la sexta vez en la que interpretaron los papeles protagonistas Johnny Weissmüller y Mauren O’Sullivan.