Sobre «Ex Machina» (2014), de Alex Garland
Ex Machina: De la mitología clásica a la inteligencia artificial pasando por la "femme fatale"
Jesús Alcolea | Universitat de València
“Siempre es difícil describir un mito; no se deja atrapar ni delimitar; ronda las conciencias sin afirmarse nunca frente a ellas como un objeto definitivo. Es tan ondulante, tan contradictorio, que a primera vista nunca se capta su unidad: Dalila y Judit, Aspasia y Lucrecia, Pandora y Atenea: la mujer es a un tiempo Eva y la Virgen María. Es un ídolo, una criada, la fuente de la vida, una potencia de las tinieblas, es el silencio elemental de la verdad, es artificio, charloteo y mentiras, es la sanadora y la bruja; es la presa del hombre, es su pérdida, es todo lo que [él] no es y desea tener, su negación y su razón de ser” (Simone de Beauvoir: El segundo sexo. Madrid: Cátedra/UPV, 6ª edición, 2015, p. 229)

Ex Machina es una película que se resiste a una comprensión definitiva, pues plantea más preguntas de las que acaba respondiendo y ofrece no pocos momentos llenos de ambigüedad. Por su extensión, complejidad y riqueza interpretativa, es particularmente apta para pensar. Nos habla de Caleb, un codificador de “Bluebook” —motor de búsqueda así denominado por Los cuadernos azul y marrrón (The Blue and Brown Books, 1935) de Ludwig Wittgenstein—, que gana un concurso amañado para trabajar en un lugar remoto con su jefe, el genio y multimillonario Nathan Bateman. Se supone que, allí, pondrá en práctica una versión más avanzada del Test de Turing, en el transcurso de la cual Caleb llegará a creer que Ava, una ginoide o fembot, tiene una inteligencia similar a la humana. De hecho, la prueba de Nathan está más cerca del experimento de la caja de inteligencia artificial (IA) del americano Eliezer Yudkowsky, que intenta demostrar que una IA adecuadamente avanzada y que puede comprender de forma suficiente a un ser humano, puede convencerlo o quizás incluso engañarlo o coaccionarlo, para que la “libere” voluntariamente, utilizando la simple comunicación. Así, para Nathan, la prueba real de que ha creado una IA similar a la humana será si Ava puede manipular a Caleb para que se enamore de ella y la ayude a escapar mediante el empleo de una comprensión empática de las emociones y los deseos humanos, aunque él sabe que ella es un robot. Ello comienza a plantear la posibilidad de que Ava acabe convertida en la “madre” de una nueva raza de IA. Obsérvese cómo su nombre evoca a Eva.

La película provocó intensas discusiones en el mundo académico sobre problemas relacionados con los ciborgs, la IA, la obsolescencia humana, el género y la raza. Nos gustaría reflexionar sobre cómo algunos de los mitos del mundo clásico, reflejados en Ex Machina, nos ofrecen herramientas para pensar sobre la relación de los autómatas con sus creadores humanos, con los individuos de uno u otro género y con nuestras preocupaciones apocalípticas sobre la posible desaparición de la humanidad.

Fotograma de la película 'Ex Machina' (Alex Garland, 2014)

Para invitar a la reflexión:

  • En lo esencial, ¿no gira la película sobre las conversaciones de Nathan y Caleb que tratan, curiosamente, sobre las posibilidades de saber quién es o qué es Ava? ¿Pero tienen sentido estas preguntas? Desde el punto de vista visual, ¿no es precisamente la película una presentación de pruebas e información sobre la naturaleza de Ava? De hecho, ¿cómo se va accediendo a ella?
  • Las conversaciones de Caleb y Ava, y de esta con Nathan, ¿no son verdaderas escenas de interrogatorio? ¿Quién interroga a quién? ¿No hay una tensión entre la adquisición de conocimientos sobre Ava y la determinación de Ava de desenmascarar a sus interrogadores, hacer que se sientan incómodos, frustrar sus intentos de descubrir quién es ella y qué es lo que quieren? ¿No son estos aspectos suficientes para catalogar a Ava de femme fatale?
  • ¿Hasta qué punto es cierto que Ex Machina amplifica lo que está en juego en la relación entre género e información en la red al conectarla de forma explícita con la narrativa de la femme fatale? (Recuérdese que el conocimiento y la sociabilidad de Ava se derivan de Bluebook).
  • ¿Son los datos generados por los motores de búsqueda como Bluebook un mapa de lo que la gente está pensando o de cómo la gente piensa en todas sus formas imperfectas y caóticas? Por cierto, ¿no es el pensamiento de Ava un fluido imperfecto y caótico?
  • ¿No podríamos entender el conocimiento derivado del motor de búsqueda de Ava como una fantasía sobre omnisciencia? Aunque esta fantasía sea claramente defectuosa y esté conectada con ciertas mitologías, ¿no implica la película que conocer a Ava es conocer el mundo?
  • ¿Qué semejanzas podemos encontrar entre Nathan y Zeus, “el más ilustre y poderoso de los dioses sempiternos”? ¿Pero no ve Nathan su comprensión de la ginoide como una etapa en el camino hacia su propio progreso como si fuera una nueva versión del “astuto Prometeo”? (Hesíodo, Teogonía, 545) ¿O no sería mejor considerarlo un moderno Pigmalión que ha dado a su Galatea “una hermosura con la que ninguna mujer puede nacer”? (Ovidio, Metamorfosis, X, 245 y 285)
  • Al final de la narración, ¿sobre qué revela Nathan que construyó a Ava? Como resultado, adquirir conocimientos sobre Ava, ¿no es en realidad adquirir conocimientos sobre Caleb? Por otro lado, ¿no deja lo anterior claro que la tecnología contemporánea y la cultura digital se emplean para crear una inversión incómoda de la relación epistemológica habitual entre la figura del detective y la femme fatale?
  • ¿No es el hecho de que Ava pueda mentir y ser egoísta lo que la humaniza y le otorga el poder de lograr sus propias ambiciones? ¿No contrasta todo ello con las afirmaciones críticas de que la femme fatale constituye una demonización simplificadora de la mujer como una proyección de las ansiedades masculinas?
  • En resumen, ¿hasta qué punto es la acción de Nathan transgresora? ¿Posee una dimensión moral? En tanto que creador, ¿puede controlar su creación? ¿Qué consecuencias se derivan?

 

Jesús Alcolea | Universitat de València

 

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