El eslogan que empleara la artista Barbara Kruger en 1989 para su pieza homónima Your Body is a Battleground, es el referente perfecto escogido por la artista para diseñar un plan de acción con el cuerpo como elemento central. ¿Su objetivo? En sintonía con el de Kruger, distinguir el lugar que ocupa en determinados conflictos políticos, sociales y económicos el cuerpo femenino en la actualidad. El cuerpo como territorio en el que suceden el sometimiento y la violencia, pero también el espacio desde el que pueden cambiarse las cosas. Así, diversas situaciones son dibujadas sin caricaturizar.
Despunta el poder transformador del lenguaje artístico de Barbiturikills, que con un discurso feminista inclusivo y sus característicos personajes convertidos en conejos antropomórficos, desmonta los estereotipos de género y combate la violencia machista con un humor satírico capaz de remover conciencias. Que los personajes aparezcan juntos, en una composición armónica, representando cada cual a una mujer expresándose en libertad, señala la importancia del apoyo mutuo al que llamamos sororidad, tan necesario para caminar imparables hacia la igualdad de derechos, de trato y de oportunidades, en un mundo más justo, para el que toda contribución es crucial, aquí y ahora.
Podemos decir que no es baladí la elección de la técnica, ya que el grafiti evoca la inmediatez, la premura por transmitir un mensaje que es vital y urgente a pie de calle. En especial, el mural llama a contribuir en ese objetivo colectivo desde la individualidad de cada persona que lo observe y empatice con los relatos que cuenta al espectador, amplificación de los mensajes feministas de tantas otras artistas a lo largo de la historia del arte. Tiende así, desde su universo particular y reconocible, un puente entre las reivindicaciones de aquellas artistas y las suyas para hacerlas llegar a toda la sociedad.
Marisol Salanova, crítica de arte
Licenciada en Bellas Artes y Máster en Artes Gráficas por la UPV. De origen conceptual, se interesó desde sus comienzos (allá por los primeros años 90 del siglo pasado) por el formato grande, pero no es hasta años más tarde que se decide a tomar la calle.
Tras un paréntesis artístico en el que primó el trabajo de diseñadora gráfica, comienza a compartir estudio con un grupo de grafiteros (la XLF) y, sintiéndose atraída por esta disciplina inexplorada para ella, empieza a pintar con ellos. A partir de ahí, su vida se convierte en un caos maravilloso. En un primer momento pintaba siempre en compañía, pero poco a poco comienza a desarrollar proyectos en solitario y a profundizar en su universo y en su discurso.
Este no fue el primer colectivo al que ha pertenecido. Antes, había formado parte de Respeto Total, con un proyecto muy diferente.
Sus dibujos tienen historias que contar. Historias alegres, ácidas, divertidas y un pelín reivindicativas: revolución, amor y humor.
Para ella, los conejos son un instrumento gráfico y expresivo, muy útil para plasmar su discurso y ser identificada en las calles.
Vinz Feel Free