HOY:
Viernes 26 de Abril de 2024 /
Abierto de 10 a 14h y de 16 a 20h
Desde el 5 de marzo de 2020
Exposición temporal
Mitopoemas femeninos
Gratuita
  • Mitopoemas femeninos
    Mitopoemas femeninos
La modernidad líquida, tal como la caracterizó Bauman, ha modificado la posición de les mujeres en la sociedad y la forma de percibir y entender el cuerpo femenino. Esta exposición pretende reflexionar sobre las nuevas presiones postpanópticas a las que se ven sometidas las mujeres desde diversos frentes (sociales, tecnológicos, estéticos y laborales).

GLOBALIZACIÓN, MACHISMO Y SERVIDUMBRE VOLUNTARIA

 

En tener varios señores ningún bien veo.
Homero, Iliada, II, 204.


Nuestra sociedad se caracteriza en la actualidad por los continuos e imparables avances tecnológicos; se encuentra sumergida en el consumo por el consumo y la locura de adquirir bienes efímeros, incluidos los tecnológicos, de forma imparable, con la esperanza de conseguir la “felicidad”; una felicidad/espejismo ligada al éxito en la vida, cuya definición se da por supuesto.

La artista reflexiona sobre el papel/estatus de la mujer en esta sociedad líquida cuyas características —tan alejadas de las sociedades que todavía no han entrado en esta espiral tecnológica y consumista—  están ligadas al consumo y a la permanente exposición pública de la vida privada a través de las redes sociales; a lo que hay que sumar los algoritmos de consumo de cualquier negocio  efectuado a través de su página web, y la gran nube de la post-fotografía alimentada por Facebook, Instagram, EyeEm, Twiter, Pinterest, Flickr, Tinder, etc. En términos más académicos, esta es la diferencia entre vivir bajo un sistema panóptico y vivir en la era post panóptica de la sociedad líquida, donde en vez de ser vigilados y controlados por los pocos (autoridades), aceptamos y admiramos –ahora de manera voluntaria- a quienes nos vigilan y establecen las nuevas pautas de comportamiento .
Estos vigilantes líquidos son los nuevos líderes de opinión, los trenders, los bloggers, los tik tokers, los influencers.

Subimos información a las redes de forma instantánea y continua: fotografías, comentarios, selfies; información sobre nuestra vida privada, nuestra economía y nuestros gustos; y todo es utilizado por esta nueva vigilancia líquida.

El “supra panóptico”, un ser privilegiado —la mayoría de las veces un ente impersonal— generalmente ligado a una corporación económico-empresarial u organización ideológico-política, se aprovecha de estas técnicas de mercadotecnia e información masiva para dictar nuestra conducta y propiciar el consumo. En el caso femenino, la presión es incesante y utiliza estos medios para definir la imagen que el cuerpo femenino debe tener, si es que quiere ser “feliz”. Lo advierte Zygmunt Bauman: los bienes efímeros que se consumen a mayor velocidad y caducan también a mayor velocidad, pertenecen al mundo de la moda, la belleza, la cirugía plástica y la tecnología,  entre otros.

La obsesión por tener cierto tipo de cuerpo, bello y eternamente joven, si bien fue promovida inicialmente por el pensamiento patriarcal/machista, es retomada e impulsada por la sociedad líquida de consumo; de ese modo, los trenders y sus ídolos musicales bombardean a las jóvenes con sus mensajes de forma persistente y sin ningún pudor, con el único fin de que se consuman sus productos.

Alfia Leiva nos ofrece unas breves y sutiles pinceladas en su instalación a través de diferentes objetos-símbolo propios de un estatus social como referentes de la cotidianidad.

Por una parte, el cuerpo y la belleza a través de artículos de lujo superfluos y vacuos que, teóricamente, ofrecen a quienes los consumen la imagen de pertenencia a determinado estatus social, según los consejos de sus gurús mediáticos y líderes de opinión.

Por otra, las agudas referencias a las sociedades en las que, por motivos económicos o religiosos, tanto la educación como el avance profesional suele ser un privilegio masculino que dificulta dicho acceso a las mujeres, y que, a su vez, realimenta el círculo vicioso de dependencia de la presencia masculina en sus vidas.

Mitopoemas femeninos en forma de espinas de rosas. La flor por excelencia símbolo de amor y devoción, pero cuyas espinas se convierten en la barrera física a la que la mujer se enfrenta día a día.

Espinas en su camino profesional, en su vida privada, en su vida laboral, etc. Todos estos elementos, ligados en la mayoría de las veces —incluso en las sociedades más avanzadas— al hogar y sus obligaciones sobreentendidas como exclusivas de lo femenino; convirtiendo el hogar en esa gran casa-muro dolorosa, espinada, barrera segregatoria y espacio de exclusión.  El hogar, la casa, es considerado desde tiempos ancestrales como el espacio femenino indiscutible: es lo interno, lo íntimo; sin embargo, esta intimidad amorosa esconde sutilmente  un espacio controlado.

Espinas de la humillación como, por ejemplo, en las referencias al pelo femenino. Pelo-símbolo atávico de la belleza femenina natural que antaño exigía un velo según la tradición occidental, para que los ángeles recuerden su sumisión a Dios y las mujeres a los hombres . Pelo que en el franquismo era rapado para humillarlas en público y cuya carencia aún hoy se identifica inmediatamente con  algún tipo de enfermedad, después de tantos siglos de entenderlo como referente de belleza.

Finalmente, el vídeo Bitcoin que hace referencia al dinero: única verdad y lealtad del mundo líquido. A fin de cuentas, no existe familia ni lealtad, son valores del pasado. Con el fin de mantener la economía, y que sea sólida y esté en permanente crecimiento, nada más importa: ni la destrucción ecológica ni las relaciones humanas ni la realización personal. Lo importante es que el sistema monetario se refuerce. La sangre que cae sobre los diferentes símbolos monetarios, translúcidos, sin solidez alguna, es la que provoca las espinas de la sociedad del consumo por el consumo.

En 1548, el señor de La Boétie escribe su Discurso de la servidumbre voluntaria; ardoroso alegato de la libertad individual frente a la esclavitud y empoderamiento de los pocos sobre los muchos, cuyo poder y fuerza se basa en la propia y voluntaria decisión de los oprimidos entregada con agrado: ¿Cómo es que tiene algún poder sobre vosotros, si no es por vosotros? ¿Cómo osaría atacaros si no fueseis sus cómplices? […] Resolveos a no servir más, y seréis libres. […] No es creíble que el pueblo, desde el momento que es sometido, caiga tan repentinamente en tan profundo olvido de la independencia que no es posible que se despierte para recobrarla, sirviendo tan resueltamente y de tan buen grado que al verle se diría, no que ha perdido su libertad, sino que ha ganado su servidumbre.

Pues somos nosotros mismos, nosotras mismas, sin coacción ni rebeldía, quienes aceptamos de buen grado esta servidumbre voluntaria.

Amador Griñó

 

De 5/03/2020 hasta 9/08/2020
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Dra. Alfia Leiva del Valle

Titulada en Bellas Artes por la ENPEG (Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado) “La Esmeralda”, Maestría en Artes Visuales por la Facultad de Diseño y Artes de la UNAM, Doctora en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, España.

Actualmente y desde hace durante 25 años es profesora titular de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, nivel maestría y doctorado.

Laboralmente ha sido subdirectora del Museo de San Carlos del Instituto de Bellas Artes. Coordinadora de Curaduría Restauración e Investigación de la Academia de San Carlos de la UNAM. Colaboradora de la Dirección General de Patrimonio Universitario de la UNAM en la restauración de edificios como el Palacio de Minería, el Convento de San Agustín, y de esculturas en el campus universitario de la UNAM (Patrimonio de la Humanidad).
Ha producido 45 exposiciones internacionales y más de 100 nacionales de artistas contemporáneos y decimonónicos. Ha trabajado con artistas internacionales como Manolo Valdés, Carmela Gross y la Maestra Olga Sinclair. Tiene obra en colecciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Jordan National Gallery, el Palacio de Minería, el MuVIM, entre otros.

Lugar

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