En la actualidad, gran parte de las legislaciones occidentales reprimen la homofobia. Pero no siempre ha sido así. El camino no ha sido fácil. Siglos de agresiones, persecución y marginación no han conseguido borrar ni esconder la homosexualidad.

Las fotografías de esta exposición están depositadas en la colección personal de Roberto Polo y son una pequeña selección de un extenso fondo adquirido en Londres. Constituyen un recorrido por el imaginario cotidiano de estos hombres, sus parejas, sus amigos y su mundo. Fotografías específicas de la intimidad de esas uniones, reflejo de un mundo construido sutilmente fuera de los controles sociales y al margen de la realidad agresiva que les circundaba.

En tiempos de prohibición, muchas parejas se atrevieron a hacerse fotografías donde, implícita o explícitamente, manifestaban su cariño, compromiso u opción sexual. Una muestra de valentía, una forma de expresar su disconformidad, de oponerse, de dejar testimonio, para las generaciones futuras, de unas convicciones y sentimientos que, permitidos o no, existen y no pueden ser negados.

Muchos de los que pelearon y dieron sus vidas por la igualdad de derechos ya no están, pero su lucha por la libertad, por poder amar sin restricciones, nos ha llevado al punto de mayor respeto por la diversidad a escala planetaria. Aún así, hay setenta países donde la homosexualidad es ilegal. Seis la castigan con la pena capital.

Hemos llegado muy lejos, pero una nueva ola de conservadurismo negacionista y represor amenaza con suprimir, recortar, modificar, reencauzar y contralegislar todos los logros y consensos sociales conseguidos hasta el momento. La historia nos enseña que los logros y avances sociales nunca son eternos. Nada más frágil que los derechos de las minorías. No hemos llegado a ninguna meta. El camino de la felicidad requiere un esfuerzo sin fin, una conquista diaria. No podemos bajar la guardia.