La relación del medio urbano con el rural ha sido desde su origen ambigua a la par que intensa. Lo rural es inevitablemente la materia primigenia de lo urbano. Las ciudades surgen de lo rural. Pero, al tiempo, es asimismo lo urbano el fin de lo rural. Supone poner coto a lo rural en la medida en que la ciudad es, antes que nada, un límite. De todo ello y de sus repercusiones morfológicas ha dado buena cuenta a lo largo de este último siglo la disciplina urbanística en un variado abanico de análisis.
No obstante, en la actualidad, categorizar los espacios rurales y los espacios urbanos supone un significativo desafío. Disciplinas como la sociología o la ecología han insistido durante décadas en la dificultad de discernirlos en la era de la urbanización global. Los hay que incluso defienden que no hay manera de establecer una categorización del espacio rural y el urbano si no es recurriendo a delimitaciones arbitrarias. Ideas como la “urbe global”, tesis como lo glocal, lo rurbano o lo neorrural abundan en la presunta caducidad de estas categorías.
¿Qué cabe entender hoy por urbano y rural? ¿Es válida esta dicotomía? La incuestionable hibridación de estos términos, ¿qué repercusiones tendrá?, ¿cuáles han de ser los nuevos instrumentos que operen en el territorio así constituido? Estas y otras preguntas guiarán la reflexión sobre la ciudad en el seminario, en esta ocasión en aras de buscar sus límites.