El desarrollo es una ambición propia de las sociedades, presente desde la aparición de nuestra especie, que se expresa en el esfuerzo de estas por adaptar el territorio, transformando su hábitat para garantizar su supervivencia. De tal manera que su calidad de vida mejore, si es posible, de forma permanente.

Una sana y natural ambición que deja un rastro de ideas, sistemas, estructuras, paisajes y construcciones, contemporáneas y antiguas, que nos permiten observar y nos invitan a razonar sobre los objetivos que cada pueblo se ha marcado en cada etapa de la historia; cuál era y es su idea de éxito. Sin embargo, la humanidad nunca sacia la necesidad de transformar su ecosistema y se impone nuevas metas tan pronto supera las anteriores.

Desde su invención, buena parte de la producción fotográfica, y en particular aquella calificable como ensayo fotográfico, se ha dedicado a estudiar con gran eficacia la forma en que tratamos de adaptar nuestro entorno, o cómo tratamos de adaptarnos a él.

Markel Redondo (Bilbao, 1978) es un autor con un particular interés por la Comunidad Valenciana. En su archivo observamos una importante cantidad de trabajos en los que aborda, desde el paisaje, una serie de cuestiones que tienen que ver con la naturaleza de nuestro territorio. En este caso, propone un recorrido visual por elementos que significan nuestra idea de desarrollo y se pregunta así que entendemos por éxito como sociedad.